Este notable trabajo que me envió el
General Italo Alliegro, revela cómo la poderosa Arabia Saudita, consiente del
sindrome declinante, del "poder potencial" del
Petróleo en la Economía de los emiratos y aún en otros paises productores, está
induciendo a la monarquía a explorar otras opciones para reorientar y
fortalecer su poderío económico. Por ejemplo, diversificar la inversión hacia
otros mercados, pero no con fines "sociales" como PDVSA, sino
hacia una economía diversa y productiva.
El proyecto de invertir hasta
$500.000 millones en la construcción, en las próximas 2 décadas, o menos,
de una ciudad en la costa del Mar Rojo, operada por energía renovable y robots
para la mayoría de los servicios es motivo de asombro en escala mundial.
El ensayo de Ben Hubbard y Kate Kelly, me ha parecido tan fascinante que
no he dudado en compartirlo.
RSM
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Arabia
Saudita cambia su enfoque petrolero:grandes
metas con mayores obstáculos;
por Ben
Hubbard y Kate Kelly
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RIAD, Arabia Saudita —
Hace poco Arabia Saudita organizó una especie de fiesta de presentación
económica, en la que pregonó las acciones que emprende para modernizar a su
sociedad conservadora y diversificar su economía a través de una
reestructuración integral de las operaciones tradicionales del reino.
En un deslumbrante
centro de conferencias en Riad, se proyectaron videos para presentar una
resplandeciente ciudad del futuro, que requerirá una inversión de 500.000
millones de dólares, utilizará energía solar y contará con robots. El príncipe
heredero elogió al “islam moderado” que acoge al mundo. Miembros de la élite
empresarial global también se congregaron en salas sin butacas para asistir a
sesiones sobre temas como la energía sustentable y el futuro de la
urbanización.
El mensaje para los
banqueros, empresarios e inversionistas de alto nivel fue claro: el reino que
alguna vez estuvo aislado abrirá sus puertas a las inversiones.
“Hoy en día, nuestro
pueblo está convencido de que, si trabajamos juntos con todo nuestro empeño,
tanto Arabia Saudita como todos sus proyectos y programas alcanzarán nuevos
horizontes en el mundo”, declaró el príncipe heredero Mohamed bin Salmán
durante la conferencia el martes.
No obstante, a pesar
del anuncio real, acompañado por una lujosa cena que incluyó sushi, cordero e
incesantes bandejas con trufas de chocolate, los grandes planes del príncipe
han avanzado con algunos traspiés.
El gobierno, encabezado
por el príncipe heredero de 32 años, puso en marcha hace
poco algunos cambios sociales notables: prometió que las mujeres tendrán
derecho a conducir y se restringirán las facultades de la policía religiosa.
Sin embargo, hasta ahora su objetivo de transformar al reino
de un Estado petrolero a una economía diversa y productiva capaz de crecer
aunque los precios del petróleo sean bajos, no ha mostrado
muchos avances.
Todavía no se sabe en
qué medida los decretos de las altas esferas y los anuncios de cambios
drásticos provocarán cambios reales significativos en una sociedad que desde
hace tanto tiempo se distingue por su profundo conservadurismo religioso y su
fuerte dependencia del Estado.
De cualquier forma,
muchos han tomado más en serio estas nuevas medidas que otras del pasado. Más
de 3500 inversionistas de capitales privados, directores corporativos,
presidentes de organizaciones globales y funcionarios de gobierno de decenas de
países asistieron a la conferencia y convirtieron a Riad en un centro
financiero en el que diversos líderes comerciales internacionales se
reunieron con el fin de estudiar los prospectos del reino para generar dinero.
Históricamente, debido
a las vastas reservas petroleras del país, que se calcula representan una
quinta parte del total mundial, el gobierno saudita ha sido el principal motor
de la economía. El Estado daba empleo a la mayoría de los trabajadores sauditas y
financiaba proyectos complicados, por lo que incluso el sector privado dependía
en gran medida del gasto público.
No obstante, la caída
en los precios del petróleo ha afectado ese modelo, pues el presupuesto público
se vio reducido en un momento en el que cientos de miles de sauditas
jóvenes ingresan al mercado laboralcada año. El
crecimiento sufrió una caída drástica, se suspendieron proyectos de gran tamaño
y el desempleo es un problema cada vez más grave.
Para sortear estas dificultades,
el príncipe Mohamed propuso una serie de cambios en el marco de su estrategia
Saudi Vision 2030, un proyecto que habría sido
inconcebible en el pasado pues busca aumentar el número de
sauditas, mujeres incluidas, con empleos en el sector privado, además de atraer
inversión extranjera y vender acciones de Saudi Arabian Oil Co., el monopolio
petrolero nacional, para obtener capital e invertirlo en otros rubros.
El alcance de estas
propuestas ha creado una extraña atmósfera de dinamismo entre los observadores
sauditas.
“El príncipe heredero
es un agente de cambio a una escala tremenda; esta conferencia es una gran
señal de la rapidez con que se darán los cambios y de que realmente ocurrirán”,
escribió en un correo electrónico Daniel Yergin, un destacado estratega del
sector energético que asistió a la conferencia. “Esta decisión se debe
a que el país ha reconocido que el modelo económico basado en gran medida en el
petróleo, que funcionó por muchas décadas, ya no basta en el contexto actual, cuando el 70 por
ciento de la población tiene como máximo 30 años de edad, los precios del
petróleo son volátiles y el mundo se digitaliza”.
A pesar de esta
decisión, el cambio económico enfrentará muchos retos; en primer lugar, una
cultura que por lo regular evita tomar riesgos e innovar.
El gobierno ha
recortado sus costos, por lo que algunos sauditas que en otras épocas podrían
haber tenido puestos públicos seguros, ahora deben competir por empleos más
demandantes en el sector privado. Si se decide eliminar algunos subsidios muy
generosos o reducir el número de empleados extranjeros, los negocios que
dependen de esos privilegios podrían irse a pique.
Una mayor transparencia
podría impedir a los miembros de la familia real tener control sobre áreas
lucrativas de la economía. Además, incluso los sauditas de clase media se han
acostumbrado a la energía subsidiada, por lo que estarían en una situación
vulnerable si cambia el sistema.
La decisión del
gobierno de recortar los bonos para sus empleados causó un malestar tan
generalizado, además de provocar una caída en el gasto, que en abril el rey
Salmán desistió de la medida y
volvió a instaurar los privilegios.
Un aumento en el precio
del agua también se descartó después de que el pueblo expresó quejas similares,
aunque el alza en los precios del combustible y los llamados impuestos al
pecado, que se gravan sobre las bebidas azucaradas y otros productos, parecen ser
definitivos.
A pesar de existir
reportes en sentido contrario, el gobierno insiste en que celebrará la primera
oferta pública de colocación de bonos de Saudi Aramco el próximo año, aunque
todavía se desconocen muchos detalles al respecto.
“El príncipe Mohamed ha
demostrado que puede tomar medidas arriesgadas en el ámbito social”, subrayó
Kristian Coates Ulrichsen, un académico experto en Medio Oriente que trabaja
para el Instituto Baker de Política Pública en la Universidad Rice. “Ahora
necesita cambiar el enfoque del ámbito social a los intereses económicos
establecidos, pues de lo contrario estos podrían impedir el avance de algunos
de los cambios esperados, e incluso revertir sus efectos”.
Para que Arabia
Saudita florezca en una era de precios bajos del petróleo, es necesario que más
sauditas trabajen para empresas privadas; el príncipe Mohamed
ha mencionado que planea desplazar a los sauditas jóvenes a industrias nuevas y
los ayudará a convertirse en emprendedores.
Pese a todo esto,
todavía es muy reducido el número de sauditas con este tipo de empleos. La
mayoría de los trabajadores son empleados del gobierno y las empresas privadas
contratan a muchísimos extranjeros. Los extranjeros representan aproximadamente
un tercio de la población de Arabia Saudita, que asciende a 31 millones de
habitantes; la mayoría son obreros que realizan trabajos que muchos sauditas
evitan, y por sueldos que ellos no aceptarían.
El gobierno ha
intentado movilizar a más ciudadanos al empleo en el sector privado. No
obstante, solo podrá darse una verdadera reforma laboral si se toman medidas
como reducir el número de visas que se otorgan a trabajadores extranjeros o se
obliga a los patrones a pagar sueldos que resulten aceptables para los
sauditas, opinó Jean-François Seznec, un experto del Centro de Energía Global
del Consejo Atlántico.
“Al sector privado le
interesan las utilidades. ¿Aceptará acaso trabajar con ciudadanos sauditas en
vez de contratar a muchos extranjeros por la quinta parte del costo?”,
preguntó. “No estoy seguro de que eso ocurra en el futuro próximo”.
El principal motor de
la transformación económica propuesta, así como el patrocinador del reciente
evento, es el Fondo de Inversión Pública, que invierte tanto en empresas
sauditas como en compañías extranjeras, y que hace poco anunció una serie de
iniciativas multimillonarias en dólares.
Entre ellas se
encuentran inversiones en empresas de eficiencia energética, lácteos,
entretenimiento y tratamiento de residuos; un fondo de apoyo para empresas
pequeñas y medianas; y otras inversiones en infraestructura, tecnología y la
empresa de servicios de transporte entre particulares Uber.
El anuncio de
inversiones por estas cantidades generó interés entre los inversionistas
internacionales que visitaron Riad.
“Este país puede hacer
realidad lo que se proponga”, declaró Mary Callahan Erdoes, directora de la
división de Gestión Patrimonial y de Activos en JPMorgan Chase, antes del
arranque oficial de la conferencia sobre inversiones.
El impulso de las
reformas en el reino se relaciona de manera muy estrecha con el príncipe
Mohamed, a quien muchos consideran el soberano de hecho del reino, con la bendición
de su anciano padre, el rey Salmán.
El príncipe también anunció
su ambicioso plan de crear de la nada una ciudad completamente nueva en la
costa de Arabia Saudita en el mar Rojo, que operará con energía renovable y
donde los robots se encargarán de prestar la mayoría de los servicios.
El proyecto, llamado
Neom, tendrá un costo de 500.000 millones de dólares y su objetivo será crear
un “centro global que ejemplifique el futuro de la civilización humana ofreciendo a sus
habitantes un estilo de vida idílico combinado con prospectos económicos
excepcionales”, según los materiales promocionales que distribuyó la Corte
Real.
“Es increíblemente
ambicioso”, escribió Yergin, el estratega del sector energético. “Se trata de
un enorme reto cuyos efectos no se medirán en unas cuantas décadas, sino en una
generación”.
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