Tuesday 6 June 2017

El papel de China y EE UU en un nuevo Orden Mundial Gustavo Gonzalez Urdaneta, PhD

El papel de China y EE UU en un nuevo Orden Mundial
 Gustavo Gonzalez Urdaneta, PhD

 El Orden Mundial (OM) construido en los años posteriores a la WWII, es complejo y está organizado alrededor de lo que hoy en día predica China dentro de su iniciativa One Belt One Road (Una Franja un Camino)[1] para su plan de expansión global, a saber: ▪ Cooperación financiera, económica y comercial; ▪ Apertura e inclusión, aprendizaje y beneficios mutuos; ▪ Relaciones internacionales basada en cooperación, alianzas y amistad, sin confrontación; ▪ Coordinación de políticas e integración de factores económicos y recursos a escala global; ▪ Creaciôn de las sinergias necesarias para promover la paz, la estabilidad y el desarrollo compartido en el mundo. Por décadas, los EE UU ha servido como [2]: ▪ Un sistema de ciudadanos de primera; ▪ Proveedor de liderazgo y bienes públicos: • Ancla de alianzas fuertes; • Estabilizador de la economía mundial; • Promotor de la cooperación; y • Defensor de los valores de apertura y democracia liberal Por eso, las grandes estrategias de EE UU, desde la WWII, han estado enfocadas en asegurar un sistema internacional estable con los EE UU como eje central del mismo. Mucha agua ha corrido por debajo de ese puente. Su imagen y rol de líder mundial ha ido disminuyendo, es innegable la presencia de China, Rusia e India por mencionar solo algunos. Este cambio se acentuó durante los últimos ocho años de Mr. Obama, el cual le hizo mucho daño al país. En principio, los nuevos actores han surgido, en parte, debido a la débil posición de EE UU frente a múltiples situaciones mundiales durante la administración Obama: Rusia-Ucrania, China-Mar del Sur-Filipinas, Irán-Golfo Pérsico, USA-Afganistán, EU-Brexit, etc. Ahora, con todos los anuncios que ha hecho el Sr. Trump, si los implementa, traerán el fin del papel de EE UU como garante del OM, cuyo vacío, con toda seguridad, lo ocupara China por encima de Rusia, la India, Japón y la UE, particularmente Alemania y Francia. Hoy en día la democracia liberal aparece, por si misma, frágil y vulnerable en particular al sistema populista en general. El pueblo occidental ha ido considerando, cada día más, que el orden mundial liberal ya no es fuente de estabilidad y solidaridad entre Estados similares sino un campo de juego global para los ricos y poderosos. Donald Trump es menos causa que consecuencia de las fallas de la democracia liberal. No esta predeterminado un futuro [3] en el cual los países tengan que cubrirse sus riesgos si EE UU abandona su liderazgo de décadas. Si eso pasara, dependerá de lo que elija Trump como Presidente. Si se aparta de lo prometido en su campaña, en respuesta a lo que le aconsejen sus consejeros, las presiones del Congreso o solicitudes de líderes extranjeros, su administración podría revertir a una estrategia normal. Pero, si actúa haciendo mayor el riesgo de la vida de sus socios tradicionales debilitando los compromisos de las alianzas con EE UU, adoptando políticas económicas proteccionistas y evadiendo las obligaciones para combatir el calentamiento global, los socios y aliados de EE UU buscarían avanzar en su seguridad nacional, prosperidad y bienestar a través de aumentar su autonomía. En ese caso, la administración Trump encontrara que sus intentos de expandir la libertad de acción de Norte Amêrica y dejar a sus socios y aliados, mirando hacia arriba, se cumplirán en beneficio de los rivales de EE.UU. y en detrimento de los intereses económicos estadounidenses y la salud del planeta. El resultado podría ser irónico. Un leitmotiv de la campaña de Trump era la necesidad de disminuir la vulnerabilidad norteamericana a las amenazas internacionales y a la competencia económica injusta. Y sin embargo, los pasos que Trump ha respaldado tienen el riesgo de alejar a los aliados y socios de EE.UU, exponiendo a los estadounidenses a una represalia económica e inestabilidad global, y acelerando la desaparición del orden mundial que EE UU ha creado. Sin embargo, ese OM, implantado a raíz del resultado de la WWII contemplaba solo los derechos de las naciones, particularmente el tan cacareado respeto a la soberanía de los países conjuntamente con un balance del poder necesario para asegurarla. Eso ya no es suficiente, recientemente se plantea[4] la necesidad de hacer una actualización de dicho OM, Orden Mundial 2.0, que incluye no solo los “derechos” de los Estados Soberanos sino también las “obligaciones” de los Estados hacia los otros. Se trata de la necesidad de expandir y adaptar los principios del orden internacional a un mundo altamente interconectado. Un nuevo orden institucional requerirá desarrollar todo un conjunto de normas y acuerdos, pero como buen comienzo proponen adoptar un mínimo de directrices al respecto, entre las cuales se mencionan:
 1. Enmendar el concepto de auto-determinación de los países, de modo que se lo considere como algo que tiene que ser no sólo afirmado sino también concedido;
 2. Prohibir el realizar o apoyar el terrorismo, definido como el uso intencional de violencia armada contra civiles y no combatientes por entidades no estatales en la consecución de objetivos políticos;
3. Reforzar las normas contra la propagación y/o el uso expandido de armas de destrucción masiva;
 4. El cambio climático es la manifestación esencial de la globalización y es algo que deberia encajar bien en la rúbrica de obligación soberana;
 5. Crear acuerdos internacionales que fomenten el uso benigno del ciberespacio y desalienten los usos malignos;
6. Mejorar la asistencia técnica y financiera requerida para la noción de salud global ya considerada como obligación soberana;
7. Aumentar la financiación para refugiados, garantizar su tratamiento humano y establecer cuotas justas para su reasentamiento;

y 8. La realidad económica dentro del concepto de obligación soberana reciproca va más allá de lo ya previsto por el propio interés de los gobiernos, por ejemplo, los acuerdos comerciales sobre tarifas y barreras tarifarias de suma importancia en la iniciativa china One Belt-One Road (Una franja, una ruta). El promover ese OM 2.0 requiere extensas e intensas consultas con participación de las grandes potencias incluyendo EE UU, China y Rusia [5] con Francia, Alemania, India, Japón y el Reino Unido. Es evidentemente ambicioso pero igual lo es hacer realidad lo que plantea la iniciativa China, y ambas son ambiciones que pueden considerarse nacidas más de la realidad actual global que del idealismo. Creo que deberían ir en paralelo. [1] A. Fernandez, “China acelera en su plan de expansión global”, http://americaxxi.com.ve/index.php/news-item/china-acelera-en-su-plan-de-expansion-global/ [2] GJ Ikenberry, “The plot against American Foreing Policy”, Foreign Affairs, Vol. 96 #3, May/June 2017 [3] SM Patrick, “Trump and World Order: The Return of Self-Help”, Foreign Affairs, Vol. 96 #2, March-April 2017. [4] R. Haass, “World Order 2.0-The Case of Sovereign Obligation”, Foreign Affairs, Vol. 96 #1, January- February 2017. [5] F. Pieraccini, “Shaping the Future: Moscow and Beijing’s Multipolar World Order”, On line Journal Strategic Culture, May 2017.

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