La salida completa* -
Por María Corina Machado (Diario 2001)
Los venezolanos sabemos la responsabilidad histórica
que tenemos en estas horas. La derrota de la tiranía aquí instalada no solo
marcará la vida de millones de venezolanos, muchos de los cuales aún no han
nacido, también, será crucial para el destino de otros países de nuestro
hemisferio, empezando por Colombia, el próximo país en la mira de este Estado
criminal.
Por eso, desalojar al régimen de Maduro del poder con
urgencia es tan importante, como la profundidad y el alcance de ese cambio.
Tenemos claro que no basta con sacar a Maduro, hay que arrancar de raíz los
tentáculos de las redes criminales que han penetrado en todos los órganos del
Poder Público y de la sociedad venezolana.
Esta es la gran diferencia con la derrota de una
dictadura tradicional. En un Estado criminal no basta con sacar al dictador y a
su entorno autoritario, hay que desmontar las redes de financiamiento ilegal
trasnacional, demoler sus pilares de sustento dentro del sistema y expulsar
hasta el último criminal extranjero del territorio venezolano.
Por supuesto que un proceso de esta complejidad y
envergadura no ocurre de un día para otro, y requerirá de significativa
asistencia tecnológica, financiera y operativa por parte de nuestros aliados
democráticos externos, que saben que liberar a Venezuela de las garras de las
redes criminales y antioccidentales del mundo es una prioridad para la
seguridad hemisférica.
Aunque esta tarea requerirá meses y le corresponderá
finiquitarla al gobierno democrático electo en la Transición, la conformación
de este gobierno interino será decisivo para que el cambio en Venezuela sea
real y definitivo, y no sólo un reacomodo superficial y temporal.
Ante la desesperación por lograr que Maduro se vaya,
algunos pueden verse tentados a aceptar cualquier arreglo que consista en
deshacerse de Maduro y establecer un pacto con sectores del régimen cuyos
expedientes criminales están comprobados. ¿Es concebible cogobernar con
miembros del Cartel de los Soles? ¿O con integrantes de las organizaciones que realizaron
las transacciones financieras más obscenas de la historia como las notas
estructuradas, los dólares preferenciales o los bonos ilegales de la República?
¿Es posible sentar las bases de la Transición democrática con los más poderosos
“juristas del crimen”, con perpetradores de crímenes de lesa humanidad o con
los jefes de bandas paramilitares?
Creer que individuos comprometidos hasta los tuétanos
con la mafia mundial van a facilitar un proceso de Transición cuyos pilares son
la justicia y el fin de la impunidad, la honestidad y el reintegro de los
recursos robados, la solidaridad y el respeto a los derechos humanos, el libre
mercado y el fin del intervencionismo estatal; es profundamente ingenuo e
irresponsable.
Tenemos demasiado cerca y demasiado vivos los errores
de Nicaragua para no entender que si allá el sandinismo regresó en pocos años,
aquí en Venezuela, si no se desarticulan de raíz y desde el principio estas
redes criminales, llenas de plata y vínculos internacionales, en un plazo mucho
menor estarán de vuelta ocupando todos los espacios de poder.
Un Gobierno de Transición debe ser muy amplio política
y socialmente, incluir a todos los sectores de la Nación y demostrar grandeza,
firmeza y humildad. Pero este Gobierno de Transición debe significar una
ruptura con el crimen y la corrupción de manera radical, o no contará con la
confianza de los venezolanos.
En estos 20 años de lucha épica hemos aprendido y
crecido admirablemente como ciudadanos y como sociedad. Hemos entendido que se
trata de una conquista existencial y espiritual. Los errores que hemos
cometido, subestimando la crueldad y complejidad del sistema, han significado
la prolongación de la agonía, y el régimen nos los ha cobrado con muertos. Ya
no más.
Avanzamos en la ruta del coraje, de la liberación
definitiva de Venezuela.
Estamos cerca, concluyamos con fuerza la tarea
completa.
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