*VAE VICTIS…*
Cuenta el historiador romano Tito Livio que, por el
año 390 AC, el ejército romano fue derrotado por una tribu gala comandada por
Breno.
Los galos capturaron a Roma y para liberarla exigieron
un rescate de mil libras romanas de oro, lo que equivaldría hoy a más de
trescientos kilos. Durante el pesaje, los atribulados romanos se dieron cuenta
que los galos habían amañado la balanza. Al reclamar el fraude, el jefe galo
Breno desenvainó su espada, la colocó encima de la balanza, inclinándola aún
más a su favor, al tiempo que exclamaba: Vae victis…! (¡Ay de los vencidos…!).
La frase ha sobrevivido hasta nuestros días para
denotar, entre otras cosas, que en las negociaciones quién tiene el poder de
las armas siempre tendrá la fuerza de imponer las condiciones que quiera sobre
la contraparte.
Haciendo un símil, los venezolanos estamos viviendo
una situación similar a los romanos.
Nos pretenden imponer unas elecciones con el dictador
Nicolás Maduro, con un Consejo Nacional Electoral compuesto por personajes
chavistas (descubiertos y encubiertos), con un Registro Electoral
controlado por las mafias cubanas, con los paramilitares del régimen amedrentando
a la ciudadanía y los grupos de exterminio, liderados por la FAES, asesinando a
mansalva en nuestros barrios.
Aunado a ello, todavía en Venezuela existen
trescientos cuarenta y seis presos políticos languideciendo en las mazmorras
del régimen, según cifras del Foro Penal Venezolano, treinta y tres diputados
perseguidos y acusados írritamente frente a un poder judicial genuflexo al
narcorégimen. Y si a ello le sumamos la crisis humanitaria, el abandono de los
hospitales, el cierre técnico de las universidades, la inflación exacerbada por
una economía que se nutre de dólares americanos de dudosa procedencia, nos
hallamos en una situación desalentadora.
Aún así, ¿pretenden hacernos creer que son posibles
unas elecciones limpias y trasparentes?
¿Qué el régimen entregará el poder sin mayor
escándalo?
¿Qué el Cartel de los Soles abandonará sus pingües
ganancias proveniente del narcotráfico sin apenas parpadear?
¿Qué la dictadura cubana renunciará al petróleo
venezolano con una sardónica sonrisa?
¿Qué los grupos paramilitares entregarán las armas a
cambio de unas palmaditas en la espalda?
Hay que tener alguna especie de oligofrenia, o ser
demasiado hipócrita, para hacernos creer ese cuento.
La ruta está bien clara. Cese de la usurpación
primero, Gobierno de transición y, solamente después de esto, elecciones
libres.
Hasta que salga el usurpador de Miraflores, jamás
habrán elecciones libres y democráticas en Venezuela. Mientras los bárbaros
sigan enquistados en el poder, nos impondrán sus inicuas condiciones con la
fuerza de las armas. Sin cese de la usurpación, cualquier esfuerzo por un
proceso electoral será vano o, cuando menos, colaboracionista con el
régimen.
Quisiera cerrar esta reflexión con la respuesta del
General romano Camilo, cuando iba al rescate de Roma: Non auro, sed ferro,
recuperanda est patria (No es con oro, sino con hierro, con lo que será
recuperada la patria).
El que entendió, entendió.
Lenin Eduardo Guerra.
Twitter: guerra_lenin
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