Thursday, 16 March 2023

UN VENEZOLANO PREMIO NOBEL DE MEDICINA

Baruj Benacerraf, el único venezolano con un Premio Nobel.

 Muchos quizás se sorprenderán por el título, pero no estamos especulando. 

En estos incesantes ejercicios por la lectura, nos percatamos de este maravilloso hallazgo que nos llena de orgullo como venezolanos. No es para menos en un ambiente donde pareciera que se ha descuidado el interés por destacar las hazañas de nuestros coterráneos que deben servir de estímulo a las nuevas generaciones.  Baruj Ernesto Benacerraf Bolaños,  fue galardonado  en 1980 con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, junto a sus colegas George Snell y Jean Daussete, gracias a sus trabajos sobre mecanismos genéticos asociados con el sistema inmunológico del ser humano.


Baruj Benacerraf nació en Caracas, el 29 de octubre de 1920, en el seno de una familia conservadora de padre marroquí sefardita, inmigrante junto a su abuelo Abraham Benacerraf de la Primera Guerra Mundial, y de madre venezolana, se trasladó muy niño con su familia a Paris. Luego, al estallar la II Guerra Mundial se mudó a los Estados Unidos. Cursó estudios en la Universidad de Columbia, graduándose en 1942 y  posteriormente, se especializó en 1945 en el Medical College of Virginia. Sirvió en el Hospital General de Queens, Nueva York, donde se dedicó a la investigación. Después de un corto paso por el ejército estadounidense, inició un periodo de investigación y enseñanza en la Universidad de Columbia, luego, en el Hospital Broussais de Paris. Al regresar a Estados Unidos se incorporó a la Facultad de Medicina de Nueva York en 1956 y en 1960 fue nombrado catedrático de Patología. En 1970 ingresaría como profesor de patología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. Es elegido miembro de la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias en 1972 y de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos en 1973. Recibe el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1980 y, luego,  en 1990, es condecorado con la National Medal of Sciencia por sus valiosos aportes médicos.

Lo interesante en la vida de este notable venezolano, desconocido paradójicamente  en el país, es que su padre era un inmigrante marroquí sefardita, que huyó de la Primera Guerra Mundial, y su madre venezolana. En 1943 adquirió nacionalidad estadounidense. Se casó con Anette Dreyfus, el amor de toda su vida, con quien tuvo una única hija, Beryl Rica Benacerraf. Se dedicó de lleno a la investigación biomédica y, a pesar de desarrollar su carrera profesional entre Francia y Estados Unidos, no dejó de visitar a Venezuela, donde se dedicaba a atender algunos negocios familiares y financiar proyectos de investigación en la Universidad Central. Su padre era comerciante de telas y miembro fundador del Banco Unión, el cual forma parte hoy del grupo mercantil Banesco. En 1998 publica su autobiografía titulada “From Caracas to Stockholm: A life in Medical Science” (De Caracas a Estocolmo: Una vida dedicada a la Ciencia Médica). Esto pone en evidencia que jamás se olvidó de su lar nativo.

Por eso no es sorprendente que una de sus emotivas palabras, al ser galardonado con el Premio Nobel en Fisiología y Medicina, fue “Estoy emocionado y confuso en verdad. No esperaba tener que afrontar este tema durante la jornada de hoy, estoy orgulloso de ganar este premio para mi país Venezuela”. Igualmente, un reportero de El Nacional, a propósito de conocerse la noticia de su Premio Nobel, lo llamó para entrevistarlo y en perfecto español señaló “Por supuesto que me siento venezolano. Tengo unas raíces profundas que son puramente de allá. Es un orgullo y un honor para mí que un latinoamericano, un venezolano, sea premiado de esta forma”. ¡Hermosas palabras que enaltecen el orgullo de haber nacido en este heroico suelo! Tuvo, además, la oportunidad en 1984 de ser conferencista en Maracaibo en nombre del Instituto Nobel de Estocolmo. Para beneplácito de este país, su medalla Nobel se encuentra en el Hospital de Clínicas Caracas, Venezuela, donde fue fundador en el año 1975.

Las investigaciones de Benacerraf están relacionadas con las estructuras determinadas por la genética en la superficie de las células que regulan las reacciones inmunológicas. Logra demostrar que cada sistema inmune reconoce distintos determinantes antigénicos. Ese patrón de reconocimiento individual es heredado de los progenitores, tal como lo establecen las leyes de Mendel. De esto depende la resolución de decisivas aspiraciones de la medicina actual, básicamente en la eliminación de los problemas de rechazo a órganos trasplantados, el dominio de la inmunología contra el cáncer y la tecnología de selección de espermatozoides, que llevarían a eliminar enfermedades hereditarias, desechando los espermatozoides indeseables. En pocas palabras, los genes juegan un papel relevante en la defensa de las células de los seres vivos frente a cualquier agresión o injerto de órganos.

El 2 de agosto de 2011, a los 90 años de edad, fallece en la ciudad de Boston, EEUU, este notable venezolano, producto de un cuadro severo de neumonía, siendo recordado como uno de los más célebres especialistas en inmunología del siglo XX. Su legado, en verdad, es muy fructífero y será recordado por sus grandes aportes a la genética. 

Debemos sentirnos, como venezolanos, muy orgullosos de este insigne investigador, considerado una de las mentes brillantes de la medicina latinoamericana y que ha puesto bien en alto el nombre de nuestro país, junto a sus compatriotas Jacinto Convit, Humberto Fernández-Morán, Francisco De Venanzi, José María Vargas, Marcel Roche, Miguel Layrisse, Luis Razzeti, Arnoldo Gabaldón, Enrique Tejera Guevara.

 Es hora de que los venezolanos nos convirtamos en divulgadores de esta significativa y loable labor del Dr. Baruj Benacerraf, para despertar en los niños y jóvenes la pasión por cultivar la ciencia y la literatura. Hoy se cumplen 40 años de la histórica fecha en la cual se otorgó el Premio Nobel de Medicina al Profesor Bencerraf. Honor a quien honor merece!

Felicitaciones a todos los médicos venezolanos en su dia.





RAMM

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